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Análisis

Red Dead Redemption II

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"Maldita sea Arthur, tengo un plan, solo necesito dinero"

Esta frase es tan absurdamente repetida a lo largo de Red Dead Redemption II que ya es meme. Pero es en esta misma en donde queda sintetizada la historia del nuevo videojuego de Rockstar. Antes de continuar, debo advertir que este análisis contendrá spoilers del videojuego, por lo que continúa bajo tu propio riesgo.

Pues bien, el nuevo Red Dead nos lleva al año 1899, donde una Segunda Revolución Industrial amenaza con extinguir el mundo sin ley del Salvaje Oeste. Controlamos a Arthur Morgan, un forajido perteneciente a la banda de Dutch Van der Linde, que busca un futuro espléndido, pero claro, palabras del Líder, necesita dinero.

Y, como no podía ser de otra forma, el juego nos hace iniciar en un momento de decadencia para la banda. Mientras nos introduce a los personajes y el mundo de Red Dead Redemption, Rockstar también nos deja ver la personalidad de Arthur Morgan.

Arthur es un ser en conflicto interno. Tú (el jugador) decides cómo es una parte de Morgan a través de un sistema de honor y deshonor (aunque si bien otro cacho de personalidad te lo fija la historia). Durante los primeros tres cuartos de la aventura de Arthur tú tendrás la libertad de elegir cómo es el protagonista, honorable y bondadoso o un asesino sin piedad ni empatía, mientras que en el último cuarto los guionistas del videojuego te hacen replantearte si llevas haciendo lo correcto todo este tiempo.

¿A que me refiero con esto? Lo explicaré con un ejemplo: Al principio de esta historia, Arthur se comporta con deshonor. Ataca civiles, roba diligencias y se enfrenta a todo al que habla, incluso a sus compañeros de banda. Pero entonces, un tranquilo día en Saint Denis, empieza a toser y cae al suelo. El médico le dice que sufre tuberculosis.

Tras el diagnóstico, nuestro protagonista sale caminando mientras escucha voces en su interior: ¿Por qué, Arthur? ¡No lo mates, por favor! ¡Esos eran mis ahorros! ¿Cómo viviré ahora?

Podrías haber sido mejor persona, Arthur.

Tienes poco tiempo de vida. ¿Qué harás? "Dejemos huella, hagamos el bien". Arthur, a punto de morir por tuberculosis, empieza a tener una vida honorable y colabora con los ciudadanos. Sus habituales robos a diligencias han sido sustituidos por ayudar a ese pobre hombre con una picadura de serpiente... Buen trabajo, Arthur.

Esta es la técnica de Rockstar para que el jugador cambie de comportamiento en el videojuego y... ¿Quién sabe? Quizás también en la vida real.

Pero toda historia necesita un antagonista. ¿A quién se enfrenta Arthur Morgan durante su aventura? No, no son O'Driscolls, ni Pinkertons ni ninguna banda enemiga. Con ellos solo mantenemos unos pocos tiroteos. Hay una persona que realmente va a hacernos la vida difícil, el mayor peligro de nuestro forajido... Y ese no es otro que el mismo Dutch Van der Linde.

¿Recuerdas la frase del principio? Si no es así, te invito a que subas y vuelvas a leerla. ¿Ya? Pues sí, ahí lo tienes. Ahora mismo me pregunto: ¿Realmente tuvo Dutch algún buen plan? Lo más cercano al "cambio de vida" que nos prometió ha sido Tahití... Y fue a peor. Dutch es egocéntrico, avaricioso y carece de un mínimo de empatía. Dutch me caía bien al principio, no puedo negarlo, y es por eso que sentí una tristeza muy profunda en aquel tiroteo, cuando estoy a punto de ser asesinado y veo los zapatos de Van der Linde dándose media vuelta y caminar tranquilamente fuera de la sala. Entonces es cuando llega John Marston, que resulta ser, finalmente, nuestro mejor (y único) aliado.

Ya habiendo hablado de cómo me encantan los personajes y la historia, solo me dejo la jugabilidad en el tintero. Red Dead Redemption II tiene una jugabilidad relajada pero realista, algo que es de agradecer en un videojuego que trata de ser serio, pero para mí llega un punto en el que se hace algo cansino: Los momentos a caballo al inicio de una misión.

Juro, y no exagero, que he preferido no hacer varias misiones secundarias por culpa de que pienso lo tedioso que será atravesar medio mundo a galope hasta llegar al punto donde comienza lo interesante. Puede parecer una bobada, lo sé, pero este videojuego tiene más de una centena de misiones, en las cuales habrá de media dos minutos a caballo. Las cuentas dan más de tres horas de tedio total, que trata de ser rellenado con diálogos sobre la historia del evento, sin mucho éxito.

Otro punto algo negativo es que, como todo juego de Rockstar, Red Dead Redemption II no viene doblado al español, y leer los créditos es en ocasiones algo difícil, ya que mientras fijamos la mirada en la parte baja de la pantalla, en el resto estará sucediendo algo importante y viceversa.

Mi conclusión es sencilla. Este juego de género Western es una maravilla, y ya lo considero uno de mis favoritos. Sin embargo, algunos momentos resultan ser poco entretenidos, lo que le quita diversión, pero esto no quita que sea una explosión de diversión y sentimientos, en el apartado de la historia.

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